A veces parece que nos empuja o nos pega cachetazos. Y abrimos los ojos y ya estamos a mil años luz de casa, pero sin haber viajado un quilometro.
Y cerramos los ojos nuevamente para seguir y caminar y un nuevo sol y una nueva noche, aunque parece la misma de ayer. Y paramos, siempre en algún momento paramos.
No tengo ni idea de quién soy ni lo que quiero ser, ni de lo que el tiempo hace de mi (y sin importar lo fisico, de eso no hablo).
Tengo la mente cansada, los ojos pesados, la columna dolorida y un tanto torcida por la mala postura de la vida, los proyectos en una cajita de crsital un tanto veteada de tanto limipar los lados con un trapito para ver y acordarme de lo que hay adentro.
Y un alrededor que me hace acordar que mañana suena el despertador de nuevo, que el colectivo no lo tengo que perder, ni desperdiciar la mañana, ni llegar tarde otra vez, que tengo que gastar lo menos posible, que mire por la ventana a ver si hay sol o hace calor para saber qué me pongo para ir a trabajar. Y una voz interna que dice que no tengo que perder las inquietudes, que no tengo que perder las ganas, que no soy solo lo que se ve a simple vista, que lo que tengo no es lo que quiero para siempre, que tengo que tratar de saber que es lo que quiero aunque sea en este hoy, después vemos el "siempre"...y no salen las respuestas y a lo mejor las invento.
Pedaleando contra el tiempo que nos habla de lo que ya no viviremos y peor aún de lo que, si no nos apuramos, no viviremos jamas.
Soltando amarras para no quedarme aferrada a la nada. Sin saber para donde voy. Soltando seguridades que finalmente no lo eran tanto y que hacen mas inminente la imposible vuelta a casa.
¡Muy bueno!
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